ACADEMIA DE HISTORIA DE CUNDINAMARCA


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LA HISTORIA DE UN PIONERO

 

Pocos años atrás, en 1807, el ingeniero norteamericano Robert Fulton había construido en Estados Unidos un buque de vapor, el cual probó con éxito en el río Hudson, así que para esa época se trataba de una reciente y promisoria innovación tecnológica.

La navegación en el río Magdalena se realizaba por entonces en canoas indígenas hechas en troncos ahuecados o en champanes, embarcaciones originarias de China o las Filipinas que habían sido introducidas durante la Colonia por los españoles, y que tenían forma similar a las piraguas (alcanzando unos 20 metros de eslora y unos dos metros de manga), con un techo alargado de forma semicilíndrica cubierto con hojas de palma, donde se colocaba la carga y se resguardaban unos pocos pasajeros. Los champanes eran impulsados por "bogas" que para hacerlo apoyaban unas largas varas de madera (pértigas) en el fondo del río.

  


Esa corriente fluvial era la principal vía de comunicación de Colombia, y los champanes hacían el recorrido desde la costa Caribe en inmediaciones de Barranquilla, hasta la población de Honda, el principal puerto del interior del país. Unos 800 kilómetros que se cubrían en cerca de tres meses.

Así que la innovación propuesta por el señor Elbers prometía reemplazar este rudimentario sistema e introducir a Colombia en la Era de la Revolución Industrial.

Los primeros barcos que importó no resultaron efectivos por la escasa profundidad del río, pero luego trajo otros con especificaciones más apropiadas. Su compromiso incluía establecer un servicio regular de vapores entre Honda y Barranquilla, para carga y pasajeros, construir un camino entre Honda y Guaduas, y realizar algunos trabajos hidráulicos para mejorar y ampliar las conexiones del río con las ciudades de Cartagena y Santa Marta. Obras que en su conjunto suponían ingentes inversiones y grandes trabajos, y que a la larga superarían las posibilidades del emprendedor pionero alemán.

El autor del libro, Capitán de Navío Ricardo García Bernal, nacido en Bogotá en 1943, es oficial retirado de la Armada Colombiana, conoce como pocos el río Magdalena y se ha destacado en los últimos años como un profundo investigador en temas de historia naval. Entre sus recientes publicaciones tenemos: La guerra civil de los Mil Días en el mar (Cartagena, 2003); y Escritos cortos sobre historia naval (2009).


El autor, quien es miembro de la Academia de Historia de Cundinamarca y del Consejo de Historia Naval de la Armada Colombiana, entre otras instituciones de carácter académico, maneja una prosa clara, amable y concisa, sin dejar por ello a un lado los aspectos técnicos relacionados con su profesión. Su libro, que se lee con el interés de una novela, refleja una época crucial en la formación de la República.

La publicación se enriquece con el prólogo de Jorge Serpa Erazo y los espléndidos dibujos de María Carolina Gómez Casabianca. El autor consultó una amplia bibliografía acerca de su personaje, realizó entrevistas a sus descendientes y revisó una serie de documentos hasta ahora inéditos.

Puede atribuirse a don Juan Bernardo Elbers la importación a Colombia de la Revolución Industrial, con una innovación tan importante como fue la puesta en escena de los barcos a vapor y de forma complementaria, la construcción de un astillero en Barranquilla, cuyas máquinas eran también accionadas por sistemas mecánicos, y donde se alcanzaron a construir algunas embarcaciones.

Las naves de vapor, surcando el Magdalena, disminuyeron el tiempo de viaje entre Barranquilla (en la costa) y Honda (en el interior) a 15 días, o sea a la sexta parte; y dieron un importante impulso a las exportaciones de café y tabaco y por ende al desarrollo de estos sectores.

Se trata, pues, de un libro de gran valor para comprender la historia económica de Colombia y conocer la forma como los avances tecnológicos del siglo XIX empezaron a incidir en Suramérica y a transformar su economía.

Por: Luis Henrique Gómez Casabianca